Hace 87 años que cada 25 de mayo la historia se detiene por unos instantes en Alicante. En 1938 el Mercado Central se convirtió en un escenario de la crueldad y la barbarie del ser humano. 7 aviones Savoia de la aviación fascista italiana masacraron de forma deliberada la plaza de abastos de la ciudad alicantina y asesinaron a más de 300 personas inocentes.
Ese bombardeo aéreo fue el más sangriento de toda la Guerra Civil española y dejó una huella imborrable en Alicante. También hubo víctimas y grandes destrozos en otros puntos de la ciudad como la plaza Gabriel Miró; las calles Vicente Inglada, Gerona, San Fernando, Pintor Agrasot y Pintor Velázquez, las cercanías del Club de Regatas, así como Ángel Pestaña (actual San Francisco).
Espacios de memoria
Allí se encontraba la redacción del diario El Luchador, fundado en 1913. Una de las bombas alcanzó el edificio y destrozó sus talleres y rotativas de imprenta, provocando la desaparición del periódico tras 25 años de historia. Desde el año 2010 la plaza trasera del Mercado Central se denomina Plaza 25 de mayo para conmemorar el trágico bombardeo.
Y desde el año 2013 un monumento minimalista y abstracto de las artistas Elena Albajar y Ruth Céspedes homenajea a las víctimas para honrar su memoria. Además, en el interior del mercado de abastos se encuentra una urna en la que se conserva la sirena antiaérea y el reloj que se detuvo indicando la hora aproximada del bombardeo.
Refugios bajo tierra
No fue el único ataque que sufrió el último bastión de la República, pues durante el conflicto se produjeron, al menos, 83 bombardeos de la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria, que apoyaban al bando sublevado frente al ejercito de la República. De hecho, el subsuelo de la ciudad se convirtió en el principal aliado como cobijo de una población atemorizada cada vez que sonaba el aterrador sonido de las alarmas de bomba.
La capital alicantina llegó a tener todo un entramado subterráneo de refugios antiaéreos con sinuosos pasillos, galerías y gruesas paredes. Estos espacios fríos salvaron la vida de miles de personas durante los ataques que, especialmente en la primavera y el verano de 1938, asolaron la ciudad. Hoy en día se han recuperado algunos de ellos para rememorar la crueldad de la guerra, concienciar y divulgar.
Las alarmas no sonaron
Sin embargo, aquel 25 de mayo de 1938 las alarmas no sonaron. Fue un ataque indiscriminado y premeditado. A pesar de haber despegado desde la base en Mallorca, los siete aviones fascistas italianos llegaron desde tierra adentro para escapar de los detectores. En torno a las 11:15 horas soltaron un total de 56 bombas en 2 tandas con unos cuatro minutos de diferencia.
No hubo tiempo para reaccionar y la tranquilidad de las personas acudían al Mercado Central se transformó en el peor episodio de la historia contemporánea de la ciudad. El estruendo de las explosiones sembró el caos en cuestión de segundos. La ciudad quedó paralizada por el miedo y la impotencia. El silencio posterior solo fue interrumpido por los gritos de auxilio y el llanto de quienes buscaban a sus seres queridos entre las ruinas.