Pocas bandas pueden presumir de haber sobrevivido al cambio de siglo, al reinado del vinilo, al auge del CD y al tsunami del ‘streaming’ sin perder ni un ápice de su identidad. Texas, liderada por la carismática voz de Sharleen Spiteri, ha sabido adaptarse, reinventarse y seguir llenando escenarios desde su debut en 1989 con una energía intacta, presencia magnética y una colección de himnos que han atravesado generaciones.
Este lunes 14 de julio, el grupo regresa a Alicante tras más de una década con un concierto en el marco del festival Alma Occident, que se celebra en el Multiespacio Rabasa. La vocalista de canciones míticas como ‘Say What You Want’ atiende a Alicante Extra en una entrevista en la que reflexiona sin filtros sobre el presente y el pasado de Texas, la fragilidad de la industria musical y el poder del público como verdadero motor del éxito.
Hace más de una década que Texas no toca en Alicante. ¿Qué espera de este regreso dentro del festival Alma Occident?
La verdad es que nunca me hago expectativas previas. Lo único que espero es que la banda toque bien, de forma increíble para ser exacta, que entretengamos a todos los asistentes y que la gente pase un rato genial. Ese es el plan. Se convierte en un intercambio constante con el público. No puedes esperar nada. Solo tienes que estar lista para trabajar duro y hacer que la gente lo pase muy bien. Y con suerte, estarán muy contentos al final.
¿Cómo será el concierto en Alicante? Grandes éxitos, clásicos, temas recientes…
Va a ser una gran mezcla de toda nuestra trayectoria, desde el inicio en 1989 hasta las últimas canciones. Un repaso general en el que los fans podrán disfrutar de nuestros mayores ‘hits’ y temas que igual no fueron tan populares, pero a los que tengo un gran cariño.
Y en general, ¿cómo ha sido la acogida de Texas cada vez que han tenido un concierto en España?
Sentimos el arropo en cada ciudad a la que viajamos. La semana pasada tocamos en Córdoba, y también en Madrid. Fue increíble por el público y una locura por la temperatura. Córdoba fue especialmente ‘crazy’ (loca) porque hacía un calor ridículo. No lo podíamos creer. Somos escoceses, y literalmente era como… ‘Dios mío’. Subimos al escenario a las 10 de la noche y hacía 36 grados. ¡A esa hora! Fue una locura. Pero el público fue fantástico, la gente bailaba, lo pasaba genial. Una gran experiencia.
¿Es diferente el público español del británico, europeo o americano?
Completamente. Todos los públicos son distintos. Incluso dentro de España, el norte y el sur son completamente diferentes. Es como decir que el público de Glasgow —de donde soy— es igual al de Londres. No lo son. Cada vez que vuelves a un lugar, el público cambia. A veces tienes nuevos fans, más jóvenes…. Tienes que ir preparado para entretener independientemente del público o las circunstancias, dejarte llevar.

La carrera de Texas ha abarcado más de tres décadas, desde el blues rock temprano hasta un pop más sofisticado. ¿Cómo se refleja esa evolución artística en las canciones de la banda?
Somos compositores y nunca hemos tenido reglas. Jamás dijimos ‘tenemos que hacer música que suene de esta forma’. Un día escribimos una canción soul, al día siguiente una canción pop soul, e incluso colaboramos con el Wu-Tang Clan. No hay reglas. Y por eso me convertí en compositora y formo parte de la industria musical, porque no quería un trabajo ‘normal’ de 9 de la mañana a 5 de la tarde con normas preestablecidas.
Texas siempre ha sabido reinventarse sin traicionar a su sonido. ¿Cómo aborda hoy ese proceso creativo? ¿Qué ha cambiado y qué se mantiene intacto al entrar al estudio?
Hacemos lo que nos gusta. Si piensas que una canción es buena y de calidad, ¿quién dice que no puedes hacerla? Solo buscamos hacer buena música. Lo más importante son las canciones. A veces no sale tan bien y piensas ‘debería haber trabajado más’. Y otras veces haces algo que supera todas tus expectativas. Así es. No hay reglas.
¿Cuál ha sido la clave para mantener la conexión con el público a lo largo de los años sin perder la esencia de Texas?
Porque de verdad amo al público. Sin ellos, sin la gente que compra discos, que compra entradas para los conciertos, no existiría Texas. No habría carrera. No habría giras por el mundo. El éxito lo crea el público. Son ellos quienes lo hacen posible. Y sin su apoyo, no podríamos hacer lo que hacemos. Me siento muy afortunada y privilegiada por eso.
Texas siempre ha mostrado una fuerte presencia escénica y una identidad estética potente. ¿Qué papel juega la imagen en la forma en la que comunicáis vuestra música?
La imagen es muy importante. Cuando subes al escenario o haces una portada de álbum o un sencillo, la imagen es la primera presentación que la mayoría de la gente ve. Primero te ven, luego te oyen. Así que sí, la imagen siempre ha tenido un papel enorme. Para nosotros es igual de importante que las canciones. Todo tiene que ser un paquete completo. Puedes tener las mejores canciones del mundo, pero si nadie puede identificarlas o relacionarse contigo, es difícil conectar.
En muchas entrevistas menciona influencias de Elvis Costello o Prince. ¿Hay artistas contemporáneos que le inspiran tanto como ellos?
Sí, hay bandas jóvenes nuevas que me inspiran todo el tiempo. Cuando escucho algunos temas de Sabrina Carpenter, por ejemplo, pienso ‘Guau, qué buenas canciones’. Me encanta su sarcasmo, su energía pop con garra. Sus letras expresan mucha fuerza. Eso conecta conmigo, porque así veo la vida personalmente.
De hecho, sus letras han explorado el amor, la pérdida, la resiliencia y la libertad emocional. ¿Cómo ha cambiado su forma de escribir sobre la vida con los años?
Creo que con la edad eres más honesta. Porque ya no te importa tanto. Te das cuenta de que mostrar tus fracasos también es bueno. Al principio crees que eres rebelde, pero en el fondo quieres que te quieran. Con el tiempo piensas: ‘No me importa si no les gusto. Esto es lo que tengo que decir’. Como escritora, te permites mostrar también tus defectos.

¿Y qué hay de la química en la banda? ¿Cómo describiría la relación creativa con Johnny McElhone después de tantos años?
Johnny y yo escribimos juntos desde antes de mi 18 cumpleaños, y seguimos haciéndolo. Nos divertimos mucho. Luchamos por lo que creemos y nos empujamos mutuamente a hacerlo mejor. Es genial tener un compañero de composición porque a veces te vuelves perezoso, y él me dice: ‘Vamos, puedes hacerlo mejor’. Es genial.
¿Cuál ha sido el mayor desafío como mujer líder de una banda en una industria históricamente dominada por hombres?
Antes era conseguir el reconocimiento que sentía que mi banda merecía. Ahora ya no me importa. Hemos vendido más de 40 millones de discos. Esa es la prueba. El público es el verdadero reconocimiento. Hoy en día solo me interesa luchar por lo que es Texas y su importancia en la industria musical. Ya no gasto energía en cosas que no valen la pena.
El 'streaming' ha cambiado la forma en que la gente escucha música. Como artista que ha vivido la era del vinilo, el CD y lo digital, ¿qué opina de la experiencia musical actual?
El ‘streaming’ es una herramienta fantástica. Poder escuchar lo que quieras al instante es alucinante. Si estás en casa y quieres oír algo, lo buscas y lo tienes. Descubres artistas nuevos todo el tiempo. Pero no pagan bien a los compositores y artistas que han crecido en este modelo. Las plataformas han construido su negocio sobre el talento de otros, y no les pagan bien. Es un robo, totalmente. Sin apoyo económico, no habrá nuevas bandas.
¿Y qué significa hoy el éxito?¿Continúa siendo llenar estadios o algo más íntimo?
Todo. Quiero llenar estadios, tocar en clubs, teatros, interiores, exteriores… Lo importante es hacerlo ante la mayor cantidad de gente posible. También es importante apoyar los espacios pequeños porque nos impulsaron en nuestro comienzo. Como artista, debes poder tocar para 10 personas o para 10 millones. Eso te mantiene en forma, como un atleta. Tocar en un estadio o en un club requiere cosas distintas, pero con un elemento común: hay que darlo todo en ambos casos. Cambia lo visual, pero la entrega debe ser la misma.