La Cova del Randero de Pedreguer se ha convertido en una ventana arqueológica hacia el Neolítico. El interior de esta cavidad natural permite conocer, estudiar e investigar acerca del último periodo de la Edad de Piedra y los trabajos desarrollados en el marco del Plan de Excavaciones e Investigaciones arqueológicas del MARQ han confirmado el primer hallazgo de canibalismo ritual del Levante Peninsular en el contexto del Neolítico. Un descubrimiento que se remonta a comunidades de pastores, agricultores y artesanos de hace 6.400 años.
Así lo ha anunciado esta mañana el presidente de la Diputación de Alicante, Toni Pérez, tras presentar las conclusiones de las labores llevadas a cabo por Arqueólogos del MARQ y especialistas en tafonomía del Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació (IVCR+i). Un equipo interdisciplinar en arqueología, antropología y arqueozoología dirigido por Jorge A. Soler, prehistoriador y director del MUBAG, Consuelo Roca de Togores, arqueóloga de la Diputación, Mª Pilar Iborra y Rafael Martínez Valle, del IVCR+i, ha dado a conocer las conclusiones de este trabajo basado en la determinación en huesos humanos de señales de desarticulación, descarnación o marcas de diente humano.
El arqueólogo Jorge A. Soler ha explicado que el canibalismo era una práctica relativamente común en el Neolítico en diversas partes de Europa. Sin embargo, lo que hace especial este caso es que las marcas halladas en los huesos no corresponden a actos de violencia, sino a un posible ritual selectivo. "El análisis de los restos óseos sugiere que fueron consumidos en un acto ritual vinculado al duelo funerario, lo que podría formar parte de un pensamiento circular en el que la muerte y la vida se entrelazaban, permitiendo a los familiares integrar el recuerdo de los difuntos en la propia comunidad", ha señalado Roca de Togores.
Las muestras del ritual
La Cova del Randero fue el cobijo de una comunidad hace 6.400 años para acoger ganado doméstico y su procesado cárnico. La galería interna fue usada como basurero de desechos domésticos que incluían una gran cantidad de huesos de animales procesados, junto a fragmentos de huesos pertenecientes a un mínimo de ocho esqueletos humanos. Entre los restos analizados destacan un fragmento de mandíbula de un niño de aproximadamente seis años y un cúbito perteneciente a un recién nacido de unas 40 semanas de gestación.
Ambos presentan evidencias de desarticulación y descarnación, con mordeduras humanas, lo que confirma la existencia de un canibalismo ritual. Además, las investigaciones permitieron identificar en 2023 varios tipos de marcas antrópicas: cortes realizados con instrumental de piedra para desarticular y para descarnar, fracturas por flexión para acceder a la médula y mordeduras humanas, en algunos casos provocando la destrucción de algunas partes del hueso.
Los trabajos en este enclave se han llevado a cabo a lo largo de catorce campañas (2007 - 2021) del Plan de Excavaciones del MARQ, con el apoyo del Ayuntamiento de Pedreguer, aunque los hallazgos tuvieron lugar concretamente en 2018 y la investigación en laboratorio sigue en curso en la actualidad. Hasta ahora la importancia de la cueva radicaba en haber sido excavada en los niveles del Neolítico Medio, ofreciendo muchos datos en cuanto a gestión y organización del espacio físico y temporal.
Además, Jorge Soler ha añadido que, también en la comarca de la Marina Alta se publicaron en 2017 otros huesos humanos con mordeduras humanas y marcas de corte procedentes de la Cova de Santa Maira en Castell de Castells, que remiten al Mesolítico -cazadores y recolectores-, “todo lo que contribuye a hacer de la provincia de Alicante un referente en el marco de la investigación prehistórica y paleoantropológica”.