El eco del miedo aún vibra en sus muros a 18 metros bajo tierra. Elche abre por primera vez las puertas del Refugio nº1, construido para salvar vidas en los bombardeos durante la Guerra Civil. Ahora, su oscuro pasado se convierte en testimonio de la memoria histórica con un espacio renovado y adecuado para albergar visitas en pleno Paseo de Germanías.
La Concejalía de Cultura ha anunciado la apertura de este refugio tras su reforma integral, musealización e inauguración oficial el pasado mes de diciembre. Así, será a partir de este viernes 11 de abril cuando el recinto acoja a sus primeros visitantes para descubrir las paredes que estaban destinadas a resistir las bombas durante la parte más cruenta de la guerra en España. Aun así, nunca se llegó a utilizar, pues Elche no fue bombardeada.
Cita previa y entrada gratuita
Aunque las visitas no comenzarán hasta el viernes, el Ayuntamiento ha avanzado que a partir de este mismo lunes 7 de abril ya es posible concertar cita previa a través de la web municipal (www.elche.es). Los interesados deben solicitarla con al menos 72 horas de antelación para poder acceder a este espacio en el Jardín de la Concordia.

Tal y como ha explicado el consistorio, la entrada es totalmente gratuita y el recorrido, de 117 metros, se realiza en grupos de entre 15 y 21 personas. El horario es de lunes a viernes de 10h a 13:30 horas, la visita tiene una duración aproximada de 45 minutos y es apta para que todos los públicos conozcan parte del capítulo más oscuro del país en la historia reciente.
Por lo que respecta a colegios e institutos, el Ayuntamiento ha informado que deberán contar con la aprobación del Consejo Escolar como salida extraescolar. Además, recuerda que el refugio no dispone de accesibilidad para personas con movilidad reducida, ya que solo se puede acceder a través de dos escaleras con 87 peldaños cada una.
Así es el refugio
El Refugio nº1 es el más complejo de los trece que se construyeron en Elche. Consta de dos pasillos paralelos conectados por cuatro transversales, construidos en mampostería y reforzados con hormigón en los años 50. Originalmente tuvo tres accesos, de los cuales se han rehabilitado dos para su apertura al público. Y aunque nunca se utilizó por la ausencia de bombardeos en la ciudad, su existencia refleja el clima de incertidumbre y miedo.
El espacio ha sido cuidadosamente adaptado como museo subterráneo. Durante el recorrido, los visitantes encontrarán paneles informativos, fotografías y señalización que ayudan a contextualizar el refugio dentro del marco histórico de la Guerra Civil. El sistema de iluminación, discreto pero eficaz, guía el paso por un entorno que, sin renunciar a su crudeza, busca ser pedagógico y respetuoso.