La isla de Tabarca es uno de los tesoros de Alicante. Sin embargo, su tranquilo pasado pesquero como joya del mediterráneo, declarada como primera reserva marina de España en 1986, se ha convertido en un hervidero de visitantes, especialmente en verano. Con 0,3 km2 de extensión, el enclave recibe en temporada alta picos de 10.000 personas al día. Una cifra que amenaza su delicada biodiversidad y satura sus limitadas infraestructuras.
Y aunque un informe del Instituto de Ecología Litoral de la Universidad de Alicante, avalado por numerosos expertos, aboga por tomar medidas para conservar el ecosistema natural y cultural de la isla, el Ayuntamiento de Alicante siempre había descartado limitar el acceso de visitantes a Tabarca. Hasta ahora. Por primera vez, el consistorio explora la posibilidad de plantear un aforo turístico máximo para buscar un equilibrio sostenible.
El borrador del Plan Especial, presentado en comisión plenaria este pasado lunes, identifica varias amenazas, especialmente durante los meses de mayor afluencia. Los técnicos municipales señalan el “incremento del consumo de recursos” como uno de los problemas más urgentes, relacionado con la “presión turística” y la sobrecarga de las infraestructuras básicas.
¿Restricciones de acceso?
El vicealcalde de Alicante y portavoz municipal, Manuel Villar, ha confirmado que el Ayuntamiento podría estudiar la restricción de acceso a Tabarca, aunque ha aclarado que no será a través del Plan Especial actualmente en trámite, sino en un futuro Plan Director. “Habrá que compatibilizar la conservación de la isla con el evidente atractivo turístico”, ha señalado añadiendo que “el espacio es limitado y evidentemente habrá que valorarlo”.

Estas declaraciones suponen un giro respecto a las palabras del propio Villar a finales de 2024, cuando descartó “tajantemente” cualquier límite con base en “los datos actuales”. De hecho, en aquel momento se hablaba de regular el flujo turístico y desestacionalizar las visitas con actividades y eventos que pusieran en valor el patrimonio natural e histórico de la isla, pero sin poner coto, en ningún caso, al acceso de personas.
El borrador del Plan Especial no contempla medidas directas para restringir el acceso a la isla. Este documento, según ha explicado Villar, está centrado en aspectos urbanísticos, y no tiene competencias para abordar los flujos turísticos. “Aunque tendrá su influencia, no es el documento sobre los accesos”, ha puntualizado el portavoz municipal.
Pendientes del Consell
Además de que esta limitación en el número de visitantes se debe introducir en un futuro Plan Director dependiente del Plan Especial de la zona —todavía por aprobar—, Villar ha subrayado que la decisión no compete exclusivamente del Ayuntamiento. “Esta cuestión requiere de la participación de la Generalitat Valenciana”, ha manifestado.
La necesidad de actualizar la planificación urbanística de Tabarca no es nueva. En 2018, la Conselleria de Cultura reclamó la elaboración de un nuevo documento para modificar el actual de 1984, ya que no contaba con informes autonómicos que lo avalaran. Es más, el plan no cumplía con la Ley de Ordenación del Territorio y Paisaje de la Comunitat Valenciana.

Ahora este documento —que recoge la necesidad de regular normativas orientadas a la “gestión urbanística, conservación estética y sostenibilidad” del enclave, no especifica medidas concretas para ello— está, por fin, más cerca que nunca de su aprobación. Sin embargo, todavía no se ha iniciado el traslado del borrador al Consell y en la comisión plenaria se reconoció que, por el momento, solo ha habido “reuniones previas”.
En estas conversaciones se habría anticipado el contenido del documento, sin haberse enviado formalmente el texto. Este proceso de remisión a la Generalitat fue uno de los puntos que generó debate en la comisión, pues la luz verde del gobierno autonómico es un paso imprescindible para que el Plan Especial continúe su tramitación y, eventualmente, dé paso a un Plan Director que aborde la cuestión del aforo turístico.