En el mundo del diseño y la arquitectura existen construcciones que trascienden su función original para transformarse en símbolos culturales. Y la Costa Blanca cuenta con un edificio de viviendas particulares que se ha convertido en un polo de atracción por su sorprendente similitud al escenario de una de las series más vistas en la historia de Netflix: El Juego del Calamar.
La Muralla Roja, ubicada en la localidad alicantina de Calpe, ha cautivado a diseñadores, artistas y fotógrafos. Sin embargo, fue el drama surcoreano, que ya ha estrenado su segunda temporada tras irrumpir como un fenómeno de masas en 2021, el que llevó a este icónico edificio a un nivel de fama mundial. Es imposible que sus hipnóticas escaleras y colores no recuerden al inquietante decorado que llevan a los participantes al próximo reto.
Referente arquitectónico
Construida en 1973 por el arquitecto catalán Ricardo Bofill Levi, La Muralla Roja es mucho más que un edificio de apartamentos: es una obra del constructivismo y un homenaje a la arquitectura mediterránea árabe, con claras referencias a las edificaciones norteafricanas conocidas como Kasbah. Sus formas geométricas, su disposición laberíntica y su juego de colores la convierten en un referente del diseño urbano.

El complejo cuenta con 50 apartamentos dispuestos en torno a una estructura que sigue la forma de una cruz griega. Hay tres tipos de viviendas: estudios de 60 metros cuadrados, apartamentos de 80 metros cuadrados con dos dormitorios y otros de 120 metros cuadrados con tres habitaciones. En las terrazas, los residentes pueden disfrutar de una piscina y sauna privada, todo con vistas al mar Mediterráneo y el Peñón de Ifach.
Uno de los aspectos más llamativos de La Muralla Roja es su paleta de colores. Cada tonalidad tiene un significado dentro de la composición: el rojo y el rosa dominan la fachada, mientras que los tonos azules y violetas se utilizan en zonas comunes. Este esquema cromático resalta la estructura del edificio y juega con la luz y la perspectiva para crear un efecto de continuidad visual con el cielo y el entorno que ha atraído a fotógrafos y curiosos de todo el mundo.
De la arquitectura a la cultura pop
Cuando la serie surcoreana El Juego del Calamar irrumpió en la escena mundial, sus escenarios llamaron de inmediato la atención. Las escaleras de colores pastel, los pasillos enrevesados y la sensación de estar atrapado en un laberinto aterrador evocaron de inmediato la esencia de La Muralla Roja.
El director de la serie, Hwang Dong-hyuk, admitió haberse inspirado en las famosas escaleras imposibles del artista M.C. Escher, pero muchos espectadores no tardaron en notar las similitudes con el edificio de Bofill.

Y es que La Muralla Roja parece hecha a medida para la atmósfera surrealista y distópica de la serie: una combinación de belleza arquitectónica y un diseño que juega con la percepción del espacio, creando una sensación de irrealidad y opresión, perfecta para ese universo cruel y crítico de la ficción surcoreana.
Con el auge de su fama, La Muralla Roja se ha convertido en un destino recurrente para fanáticos de la serie, incluso para el rodaje de anuncios, series y películas. Sin embargo, su popularidad también ha propiciado que los residentes del complejo, acostumbrados a la tranquilidad de su hogar, hayan visto cómo su edificio se ha llenado de turistas y curiosos en busca de la fotografía perfecta para sus redes sociales.